Hay algo en todos los deportes que, como espectador, me deja frío. Todos acaban resultando tremendamente aburridos, les falta algo, y ese algo son armas. Imaginemos el tedioso fútbol con pistolas, que los jugadores puedan disparar una vez durante cada partido; el waterpolo, llevando arpones; el ping pong, con látigos; el ajedrez, con napalm. No es tan difícil ganar espectadores, joder, lo tengo que dar todo con cuchara.