¿Quién no se rendiría al contacto íntimo con el cálido metal de una farola? A esa figura esbelta y armoniosa, a esas formas cilíndricas perfectas, a esa iluminación protectora en la noche triste. A ese prodigio de la ingeniería y la artesanía, de la electricidad y la metalurgia, del diseño industrial y el urbanismo. Al amor prohibido, a la sensualidad del erotismo público y alevósico. Joder, como poco te da para una paja, ¿no?